13 Julio: volcanes y coladas
Un día entre volcanes, con ceniza, material que desprendía, etc... llegamos al final como conguitos y rebozados.
Pues eso, hoy tocan los volcanes. Hemos quedado al lado de la información de turismo, en la playa, en una marquesina de La Palma Transfer, a las 10. Nos recoge Vanesa, la guía, que empieza a contarnos curiosidades de la isla. Como siempre, el mismo camino para llegar al centro de visitantes de la Caldera, donde recogemos a más gente y hacemos el pis de rigor.
Volvemos patrás y al poco cogemos la carretera de los volcanes que da idea de adonde lleva ¿no?
Paramos en un parking cercano a una cima donde hay otro guía, Steven, esperándonos para formar dos grupos de 15 personas porque es el límite que ha decidido el parque.
Así que ya preparados y en fila india comenzamos el descenso al volcán. El camino está lleno de ceniza pero como es cuesta abajo y no pega mucho el sol, se hace bien. Eso sí, no hay ni una puñetera sombra. Vanesa para en diversos puntos y nos explica temas sobre el volcán: mola. Y en el último punto, estamos a escasos metros del cráter, o mejor dicho, cráteres, que todavía humean. De hecho, huele a azufre.
Pero la vuelta es mucho peor: cuesta arriba, parece que pica más el sol, seguimos sin sombras y el camino se hace más largo.Vanesa ni se para a explicar nada: nos cocemos.
Pero llegamos al bus, por fin, nos refrescamos, fotos a un cuervo y pabajo al centro de visitantes donde soltamos gente (hay alguno que no se calla ni debajo del agua) e iremos al pueblo de Tazacorte.
El otro día pasamos por la villa y no parecía nada del otro mundo y el puerto, pues casi igual. Sólo la playa, la más grande de la isla, destaca un poco. Nos apretamos los bocatas que traíamos porque no nos dio tiempo en el volcán y tras un breve paseo de cinco minutos nos vamos al bus que vamos a ver las coladas.
Pero antes, pasamos por el puerto a ver la fajana o lo que se pueda, mejor dicho. Es mejor verla desde el mar. Las coladas no dejaron nada a su paso, son sinónimo de destrucción: lo que antes eran casas y plataneras ahora es lava, piedras y colada. Llegamos hasta el borde de la misma, con una casa pegada a la lava pero que ha perdido la piscina, que ahora es una montonera de lava.
Volvemos al bus y vamos a Tajuya, desde donde grababan las cámaras y estaba el IGN (Instituto Geográfico Nacional) que debieron salir corriendo porque se ven las máscaras antigas en una mesa, como abandonadas. Vuelta por el pueblo que tampoco tiene nada, últimas fotos (me hago modelo para el Cabildo) y Carlos, el guaguero nos lleva de vuelta a Los Cancajos.
Aprovechamos para echar gasolina antes de devolver el coche y comprar el típico imán que nos han pedido.
Ya mañana, esto se acaba.
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