9 Julio: volando vamos, volando llegamos

Otro madrugón de narices. Los mochileros ya no están para estos trotes pero nada importa si el destino es como el de este viaje: la Isla Bonita, que ya lo decía Madonna. Lo de siempre, madrugón y un Uber para el aeropuerto, a la T1 que volamos con Ryanair... o eso creemos porque se han puesto de huelga. Por lo menos, que nos lleven que para volver no hay prisa aunque luego tenemos hotel en Canet (Valencia) y en Ajo (Cantabria)

Llegamos con tiempo así que a esperar boarding gate ¡Ya! A la 43. Y tenemos priority aunque... como tooodos los que van en este avión. En fin.

Pasamos el control, al bus y embarcamos. Encima, metemos las maletas en cabina y con asiento asignado. Esto ya no es la merienda de negros que era hace años. Nos ponemos en marcha, run run lento a la T4 y pidiendo pista, salimos lanzados y ¡¡a volar!! Venga, que estamos en el aire: un sueñecito y cuando despertemos estaremos en La Palma.

Y en efecto, en casi tres horas estamos en La Palma. Por fin. Que ganas teníamos. Ahora a buscar el coche que hemos qeedado con los chicos de Acoron en el sótano 2, sección A. Y allí están, dos chicos muy amables que nos dan el coche, nos informan del radar de la isla de la LP3 y de lo que necesitamos. Poco más, salimos hacia el aparthotel: Hacienda San Jorge. 

El hotel está a diez minutos del aeropuerto y se llega enseguida y bien. Hacemos el checkin con Violeta pero por desgracia, nuestra room, la 207 del edificio D no está preparada así que dejamos las maletas y nos acercamos a las tiendas del inicio del pueblo, Los Cancajos.

Compramos un par de cosas, agua y nos hacemos unas fotos al ladito del mar, con los lagartos palmeros observándonos miesntras toman el sol. 

Y nos llega uno de los momentos más esperados del viaje: comida en el Parador, merced a mi gran amigo Rafa. El Parador es una casa típica canaria enorme con unas vistas extraordinarias. Y la comida es de lo mejorcito: de aperitivo, salmorejo de mango, fresquito; de primero, ensaladilla canaria y tabla de quesos canarios, excelentes. De segundo, lomo de res con verduras y tarrina de pescados que quita el sentido. Para terminar, gel de papaya y helado de plátano. Esto se merece una siesta: estamos a diez minutos del hotel y nos hemos levantado muy temprano.

Reparados por la siesta toca visita a la capital, Santa Cruz de la Palma. Está al lado del hotel y en un salto nos plantamos allí. Vemos el Teatro Chico, la Sociedad Cosmológica, un par de animadas plazas, los blacones de flores, el enano cabezudo con sombrero delante del barco y por supuesto, la playa. Es una sitio pequeño pero visitable: en una tarde, lo tienes visto.

Y para relajarnos del viaje, nada mejor que pasar la tarde en la piscina, claro: ¡coño! es de agua salada. Y es enorme, rodeada de palmeras, arbolitos, loros, patitos y jardines para que pases una estancia inolvidable. Pues un baño reparador, vuelta a la habitación, a la ducha y vamos a cenar al restaurante del hotel: es tipo buffet, normal y cumple su función. 

Tras esto, un licor de plátano en el bar y a la cama, que estamos molidos.


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